Historias de Todos (Parte II)
Entró y la vió... sí era una dama, la más linda que había visto en años. Metro 80, ojos verdes, pelo castaño claro, hermoso cuerpo. Parecia la venus de Milo, con una diferencia: ella tenía brazos. Era escandalosamente hermosa. Se saludaron, obviamente, apretón de manos. Ambiente laboral, de por sí serio. No podía saludarla con un beso en la mejilla, mucho menos guiñarle un ojo, Anibal, estaba lejos ser un dandy.
Ella se presentó: Cristina, le dijo. Él respondió la presentación con un tibio y ahogado: Anibal, un gusto.
Él comenzó a hablarle de las labores diarias. Ella lo escuchaba cigilosamente. Así comenzaron una relación de "profesor" a "alumna"... Ella jovén, el un tanto mayor. Nunca se le pasó por la cabeza decirle una palabra que no tenga que ver con el trabajo, nunca saldría de su boca un: te sigo explicando mientras tomamos un café, por el simple hecho de que él, ya era todo un caballero y ella, apenas llegaba al cuarto de siglo. Crsitina, tenía la misma edad que Eugenia, la mayor de las hijas de Castañeda.
Así estuvieron cerca de 3 meses, compartiendo 10 horas por día, parando trinta minutos cada uno, para ir a almorzar (logicamente, cada uno por su lado).
Hasta que un día, las charlas empezaron a recorrer otros paisajes. Ella, empezó a interesarse por su vida y él, bien caballero, contestaba a todas sus preguntas, seco, pero las contestaba.
Hablaron de sus amores pasados, de su familia, de las hijas de Anibal, de sus hobbies, y demás cosas.
Ella, empezaba a interesarse por él, él por ella también, pero no correspondía demostrarlo, no era su estilo, ni quería que así fuera. Las situaciones comenzaban a sobre pasarlos, pero ninguno queria dar el punta pie inicial, de una historia por demás complicada: primero, por la diferencia de edad y segundo por ser compañeros de trabajo.
Fue ahí, cuando él empezó a pensar sí realmente quería dejar de ir a la oficina a partir del años que viene, no tendría más la excusa tonta de verla cada mañana, ni de charlar acerca de sus vidas y mucho menos de compartir esas miradas, que disfrutaban durantes las horas que estaban dentro de ese cuarto, inundado de papeles con notas escritas, por sabe Dios quién.
Lo único que puedo decirles es que ellos ya se morian de ganas de chocar sus labios, él con sus cincuenta y tantos, y ella con sus veinticuatro. Lo único que no sé, es si ésta historia va a continuar... solo uds pueden convencerme de hacerlo.
Ella se presentó: Cristina, le dijo. Él respondió la presentación con un tibio y ahogado: Anibal, un gusto.
Él comenzó a hablarle de las labores diarias. Ella lo escuchaba cigilosamente. Así comenzaron una relación de "profesor" a "alumna"... Ella jovén, el un tanto mayor. Nunca se le pasó por la cabeza decirle una palabra que no tenga que ver con el trabajo, nunca saldría de su boca un: te sigo explicando mientras tomamos un café, por el simple hecho de que él, ya era todo un caballero y ella, apenas llegaba al cuarto de siglo. Crsitina, tenía la misma edad que Eugenia, la mayor de las hijas de Castañeda.
Así estuvieron cerca de 3 meses, compartiendo 10 horas por día, parando trinta minutos cada uno, para ir a almorzar (logicamente, cada uno por su lado).
Hasta que un día, las charlas empezaron a recorrer otros paisajes. Ella, empezó a interesarse por su vida y él, bien caballero, contestaba a todas sus preguntas, seco, pero las contestaba.
Hablaron de sus amores pasados, de su familia, de las hijas de Anibal, de sus hobbies, y demás cosas.
Ella, empezaba a interesarse por él, él por ella también, pero no correspondía demostrarlo, no era su estilo, ni quería que así fuera. Las situaciones comenzaban a sobre pasarlos, pero ninguno queria dar el punta pie inicial, de una historia por demás complicada: primero, por la diferencia de edad y segundo por ser compañeros de trabajo.
Fue ahí, cuando él empezó a pensar sí realmente quería dejar de ir a la oficina a partir del años que viene, no tendría más la excusa tonta de verla cada mañana, ni de charlar acerca de sus vidas y mucho menos de compartir esas miradas, que disfrutaban durantes las horas que estaban dentro de ese cuarto, inundado de papeles con notas escritas, por sabe Dios quién.
Lo único que puedo decirles es que ellos ya se morian de ganas de chocar sus labios, él con sus cincuenta y tantos, y ella con sus veinticuatro. Lo único que no sé, es si ésta historia va a continuar... solo uds pueden convencerme de hacerlo.
2 Comments:
Historia de todos... por partes demasiado mia, demasiado tuya... tan nuestra, que es imposible verla como un texto literario en su integridad... no me importa lo que digan, vos me entendés... me alcanza.
Nadie más que vos puede convencerte de que la sigas; sólo vos podés sentir el deseo de continuarla... o dejar volar nuestra mente para imaginar cómo puede continuar o terminar la historia... ojalá no se conformen con lo que tienen y se animen a arriesgar...
Te Amo, quién más? yo!
me gusto la vuelta de tuerca q hay de la primera parte a esta donde ya nace el conflicto y la intriga.
nosotros no decidimos lo q tenesq hacer. pero pregunta, no te crees q si no nos gustara no entrariamos al blog?
nos vemos pronto, en la semana.
ser:.
.:gracias
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