(tormenta)

Y vi tus ojos, e incontrolablemente sentí la tormenta.
Intenté malgastar así, un poco las miradas,
aunque la luz que irradian tus ojos por las noches,
me cegaron y me hicieron olvidar
que hay un pasado mañana.

Sentí mi corazón astillarse,
como esas maderas que se quiebran,
antes de ser incineradas por el fuego.
Fuí más resistente y no me rendí,
te perdí y te encontré, en cuestión de segundos.

Ecuánime, di la vuelta
y trate de perseguir mi sombra.
No iba sola, estaba con vos y tu futuro,
y no podía abogarlo.
Por lo tanto,
agarre mi paraguas y salí a combatir
ésta tormenta, que era perderte de vista.

Madrugada con tormentas,
calles en soledad,
veredas sin huellas de amor,
gente estancada en las miradas,
que tienen ojos sulfatados.

Me perdí por esas calles,
esperando que la tormenta
se mude de barrio,
esperando encontrarte, tal vez,
en algún recoveco de mi alma.