mañana en el Roca

La oí, estaba arrodillada y con su cabeza apoyada sobre mis muslos. No sabía que decirle, no sabía como responder a su pregunta. Estaba tan linda, me daba miedo que la respuesta rompa sus ilusiones, o mucho más que eso, tenía miedo que piense, que no era el tipo del cual se había enamorado aquella noche en que la invite a tomar un whisky en el bar más cercano.
Estaba sonámbulo de caricias, umplugged de besos… mi corazón no tenia veranos, y mucho menos inviernos. Ella estaba como esa noche, llena de ilusiones… de sueños. La noche del whisky, me confeso que nunca había sufrido por amor, “que el amor era demasiado perfecto como para andar sufriendo”. Me quede viéndola, como si sus palabras fueran tan claras como sus ojos. No sabía si quedarme ahí o salir corriendo… a lo mejor era el miedo a que me enrosque con su pelo, como lo había hecho la mañana que la cruce en el Roca.
Yo iba al trabajo, salí medianamente temprano de casa, nunca viajaba a esa hora. En Adrogué, se abrieron las puertas del tren y subió… como si nada, como si esos ojos fueran tan comunes como el sol en verano. La miré hasta Lomas de Zamora, ahí ella se bajaba… pero antes de bajarse le dí mi número de teléfono, anotado en el boleto “Burzaco – Constitución”. Se fue, sin decirme nada… solo sonrió al darse vuelta.
Me quedé pensando; ¿cómo sería su nombre?, ¿Qué gusto tendrían sus besos?, e infinidad de cosas más.
Al volver del trabajo, cuando llegue a casa, mi hermana me dijo: _te llamó tu amiga del tren. Esa tarde la llame y compartimos aquel whisky.
Hoy, luego de diez meses, la vuelvo a ver por segunda vez… y no se como decirle que nunca la necesité… y la mejor frase que se me ocurrió, fue: “El amor no es perfecto, a veces hace sufrir”.
Sacó su cabeza de mis muslos, solto una lagrima y se fué...

:. dream is over .: