Nuestra caja de zapatos
Él estaba tirado en la cama, posiblemente estudiando sus ojos; como lo hacía habitualmente y como hace casí un año acostumbra a hacerlo todos los días.
Posiblemente él también estuviera pensado que ésto iba a suceder... digo, la cataratas de palabras luego de que sus ojos se cruzacen, por enésima vez, con los suyos.
-Yo tengo una caja que cuenta una historia de amor, le dijo riéndosé.
-Yo también, contestó ella.
Se levantó de la cama, abrio una puerta debajo del escritorio donde está la TV y al borde de su cama, y sacó una caja que tranquilamente podía ser de zapatos. La caja era de color madera, bien armada, fuerte y resistente, como muchas veces es ella.
Con sus dos manos la sostuvo, luego sacó su mano derecha y cerró la puerta que quedaba debajo del escritorio donde está la TV y al borde de su cama. Volvió a agarrar la caja con las dos manos, -la cuidaba como un tesoro- y se la dió.
Sintió que era algo importante; la agarró con las dos manos y la abrió. Miró dentro de la caja. Había: pasajes de tren, pasajes de colectivos -corta y larga distancia- papeles de bombones, chocolates y demás cosas dulces y tiernas. Pero lo fuerte estaba debajo de todo eso. Vió muchas hojas. La miró, ella lo miró y comenzó a agarrar cada papel y cada papel era una historia por demás conocida tanto para él, como también para ella.
En ese cuarto, tan particular, eran él, ella y su tesoro... esa caja de color madera que contó una de las historias más lindas que muchos de ustedes puedan llegar a imaginar, que muchos de ustedes puedan llegar a leer. Esa historía que muchos poetas y otros tantos escritores no se animaron a contar, por que la perfección de la obra asustaba hasta a el más optimista.
Ojalá que cada uno encuentre esa caja color madera, ojalá que cada uno se aníme a abrirla y disfrutar lo que dentro de ella tiene para ofrecer.
Por suerte, yo ayer la encontré...
Posiblemente él también estuviera pensado que ésto iba a suceder... digo, la cataratas de palabras luego de que sus ojos se cruzacen, por enésima vez, con los suyos.
-Yo tengo una caja que cuenta una historia de amor, le dijo riéndosé.
-Yo también, contestó ella.
Se levantó de la cama, abrio una puerta debajo del escritorio donde está la TV y al borde de su cama, y sacó una caja que tranquilamente podía ser de zapatos. La caja era de color madera, bien armada, fuerte y resistente, como muchas veces es ella.
Con sus dos manos la sostuvo, luego sacó su mano derecha y cerró la puerta que quedaba debajo del escritorio donde está la TV y al borde de su cama. Volvió a agarrar la caja con las dos manos, -la cuidaba como un tesoro- y se la dió.
Sintió que era algo importante; la agarró con las dos manos y la abrió. Miró dentro de la caja. Había: pasajes de tren, pasajes de colectivos -corta y larga distancia- papeles de bombones, chocolates y demás cosas dulces y tiernas. Pero lo fuerte estaba debajo de todo eso. Vió muchas hojas. La miró, ella lo miró y comenzó a agarrar cada papel y cada papel era una historia por demás conocida tanto para él, como también para ella.
En ese cuarto, tan particular, eran él, ella y su tesoro... esa caja de color madera que contó una de las historias más lindas que muchos de ustedes puedan llegar a imaginar, que muchos de ustedes puedan llegar a leer. Esa historía que muchos poetas y otros tantos escritores no se animaron a contar, por que la perfección de la obra asustaba hasta a el más optimista.
Ojalá que cada uno encuentre esa caja color madera, ojalá que cada uno se aníme a abrirla y disfrutar lo que dentro de ella tiene para ofrecer.
Por suerte, yo ayer la encontré...
2 Comments:
Algunas veces me he preguntado para qué atesora uno ciertas cosas, qué importancia puede tener uno de los mil quinientos boletos de los miles de colectivos que tomamos a diario; uno de los cientos papeles de los incontables bombones y chocolates que comí en mi vida; entradas de millones de lugares donde ya fui o no volveré a ir, mails, cartas y simples papelitos que solo tienen dos palabras... o, simplemente, por qué guarda uno una caja de zapatos...
Hace poco te dije que hacía mucho no escuchaba "ese" tema que nos tocó hace un tiempo... me dijiste "estoy revolviendo el pasado"...
En seguida entendí... había encontrado la respuesta a esa pregunta que de vez en cuando rondaba mi cabeza... Sí!! Para eso es!! Por eso guardé la caja...
No, no es para revolver el pasado... sino para recordarlo, entre risas, emoción y lágrimas, una noche lluviosa (como las primeras ¿te acordas? sé que sí) acostada en mi cama y abrazada a vos...
Ojalá cada uno se anime a abrirla... ojalá nosotros nunca cerremos la nuestra...
Te amo bebe
Pipi
jejej optimista!
me gusto!
cada día me pregunto mas cuanto de coincidencia tienen las "historias de todos" con la cotidaneidad tuya..
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