Llegué tarde. Pero esta vez llegué tarde por decisión, ya estoy harto de ser siempre yo quien espera. Decidí salir 10 minutos más tarde para que sea a ella esta vez a la que se le congele el culo. Llegué como quería, justo tres menos veinte. Llegué y me senté bajo el árbol de cada lunes. Ese árbol, tan tupido como abrazo de sábado, ya respiraba lo que estaba por pasar. Ella llegó a las tres… Parece que me lo hiciera a propósito. Si hay próxima la planto, decidí.
-Hola! Es tarde, me parece! Le susurre casi con amenaza.
-Hola. Si, ya sé que es tarde, se defendió. Pero siempre que llego temprano me haces esperar.
-Es en serio? Le dije ya con bronca. Si yo soy siempre el que espera. Te espero cuando nos juntamos, te espero para que le des una respuesta a nuestro futuro, te esperé mucho, demasiado...
-No digas eso. Sabes que estoy confundida, para mi esto no es nada fácil. No te quiero lastimar.
-Es que me lastima más esta situación, le dije con entusiasmo. Vos sabes que te amo. Yo me quiero jugar, jugar por vos.
-Yo también te amo. Y es por eso que tengo miedo. Te voy a terminar lastimando y eso es justamente lo que no quiero.
Silencio. Mucho silencio. Por un instante nos distrajeron algunos pasos de algunos androides humanos… de esos que caminan y hablan porque hay que hablar.
-Sabes que pasa? La interrumpí. Ya lo hablamos esto. Sabes que esto que te esta pasando a vos lo entiendo. Estoy dispuesto a arriesgarme, dejame tomar esa decisión a mí.
Por un instante escuchamos sólo nuestros corazones intentando escapar… seguro no lo consiguieron porque los dos estábamos demasiado atentos por no permitirlo.
Dude un instante, no sabía si debía irme y dejar a mi alma ruída con ella o quedarme y terminar con todo para siempre. Dudé…y casi sin pensar, le dije:
-Estoy harto de esto. Siempre me decís lo mismo. Yo quiero estar con vos, nada más. Estoy harto de todo, de que no te juegues por mí, de este árbol de mierda y sobre todo estoy harto de no tener los huevos suficientes para raptarte y conseguir lo que quise toda mi vida.
Me miró, creo que muy asustada. Estaba realmente muy furioso. Esperó a que volviese mi respiración y con toda la calma me susurró:
-Yo te amo pero para mi es más importante saber que mañana vas a ser feliz y eso yo no te lo puedo dar, sabes que esto que me esta pasando no me permite darte nada más que este instante. Nada más, perdón.
Bajó la cabeza para que el reflejo de sus lágrimas no me encandilara. Yo la acompañe en su gesto cerrando los ojos. Pensé en todo y tomé la decisión. Me levanté, escupí sobre esas hojas de mierda y me fui. Sin adiós. No se lo merecía.
No lloré ni una sola vez desde que paso eso. Ni una sola vez en tres semanas… y no es porque no tuviese ganas sino porque llorándola me iba a acorar más de sus pecas. Igual, ya ahora no me puedo arrepentir ni tampoco decirle que tenía razón… porque la tenía. Hoy sucedió eso que tanto temíamos los dos, el cáncer se la llevó. Al final no la voy a poder plantar nunca, siempre gana ella! Hoy si voy a llorar.